miércoles, 31 de diciembre de 2014

Y me dejé caer en el océano, hundiendome lentamente mientras la gravedad abandonaba mi cuerpo, alejándome de los problemas. La superficie solo trae problemas, después de todo...con sus incesantes ruidos y voces que no hablan más  que para gritar. 

Dejo atrás las olas, que se arremolinan unas contra otras revoltósamente, destruyendo en ocasiones todo lo que se encuentren a su paso... porque incluso el mar a veces puede ser así de destructivo a veces.

Pero... ¿Y a medida que continuás descendiendo?

Vacío.


Oscuridad.


Silencio.

En cierto momento, hasta me olvido que estoy hundiendome en las profundidades y siento que floto en el medio de la nada, en una especie de limbo infinito.

Nada de lo que me aquejaba parece importar acá abajo, ni siquiera mi propia existencia importa... pues donde ya no hay nada, donde ya no hay nadie ¿qué importa quien sos? O mejor dicho ¿Qué sos cuando nadie puede verte?

Ah, pero ya no tiene sentido pensar nada de eso. Mi vida se agota lentamente mientras pierdo el sentido, así que creo que lo mejor sería cerrar los ojos y disfrutar eso que tanto anhelo. Aquello que me trajo hasta acá, buscando lo que las profundidades tienen para ofrecerme:

Paz.
Mi tan ansiada paz.